
Los expertos no encuentran explicación a los centenares de dibujos incisos hallados hace una década en los muros del templo, a cuatro metros de altura
Ni los conocimientos del siglo XXI, ni las técnicas más avanzadas que ayudan al hombre a entender el pasado han sido capaces de verter luz sobre los misteriosos grafitos de la iglesia de San Miguel, en la localidad soriana de San Esteban de Gormaz. Inscripciones funerarias, peines de contabilidad, pequeñas caras, personajes sin explicación… Dos son las preguntas que, hoy por hoy, carecen de respuesta: ¿Quién los hizo? ¿Cuál era la intención?
Hasta la fecha, San Miguel había sido conocida casi exclusivamente por lucir la primera galería porticada de la región, en la que aparece inscrito el año 1081 como el del origen del templo. Hoy, los muros interiores, desnudos tras un exhaustivo trabajo arqueológico, quieren contar algo que los expertos aún no han podido descifrar.
Todo comenzó con los trabajos del proyecto Soria Románica en 2007. A partir de una cata ya existente en los muros interiores, los expertos pudieron llegar al revoco original. Al retirar los revestimientos posteriores, acceden a un hallazgo sorprendente: los muros están repletos de grafitos. Lo que más llama la atención es que se encuentran a cuatro metros de altura.

La conclusión es evidente: hubo una plataforma, una especie de tribuna, que recorría el perímetro interior de la nave. Los arqueólogos realizaron una ambiciosa excavación para averiguar dónde se apoyaba esta estructura, pero la gran cantidad de enterramientos había borrado huellas anteriores. Sin embargo, a esa misma altura, en el muro norte, encuentran los vestigios de una puerta, un acceso a la desconocida tribuna.
Resuelto el primer enigma, pasan a intentar resolver otro más complejo aún. ¿Quién había practicado aquellos dibujos incisos? Personas con conocimientos epigráficos y del latín… La respuesta nos aproxima a los monjes de la época, pero estudiado el pasado de San Esteban de Gormaz, sale a la luz una evidencia desconcertante: hubo cuatro monasterios en la localidad, todos ya desaparecidos, pero su ubicación no coincide en ningún caso con San Miguel.

Y otra pregunta más: ¿Qué significado tenían? Las inscripciones funerarias tienen sentido en un espacio sagrado, pero ¿cuál es el de las pequeñas caritas que miran a los fieles, o el de los personajes que apuntan hacia alguna parte? ¿Qué función tiene el guerrero de un metro de altura colocado junto a la antigua puerta de acceso? ¿Fue el guardián de la puerta de la tribuna?
En total son centenares las inscripciones: peines de contabilidad, estrellas con diferente número de puntas… Tampoco se conoce cómo fue la tribuna hoy desaparecida: no queda ni rastro de aquella estructura que sirvió, seguramente, para recorridos litúrgicos. Hoy por hoy, el enigma se impone.