Tesoros románicos bajo cubierta

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Cabeza de un Pantocrátor en el bajocubierta de San Vicente (Zamora). Foto Z. R. 

Nuevas modas, como el arte barroco, acabaron con las estructuras medievales de madera y escondieron tras falsos techos extraordinarias pinturas que continúan ahí

La investigación llevada a cabo en Zamora a través del plan cultural Zamora Románica nos sirve hoy para abordar un aspecto del románico común a otras partes de la geografía del primer arte universal. El uso de materiales nobles, pero efímeros —como la madera— y el paso a nuevas modas, como el arte barroco hicieron que desaparecieran ricas y esperadas armaduras y techumbres y, como consecuencia, que la colocación de los clásicos techos de escayola de esta nueva época escondieran verdaderas obras de arte en pintura bajo la cubierta.

Precisamente, en época medieval, la falta de presupuesto en la construcción de algunos templos hizo que los promotores optaran por cubiertas de madera, en lugar de las clásicas bóvedas de piedra propias del románico y que hoy se pueden observar en muchas iglesias. Esta circunstancia permitió desarrollar verdaderos talleres artísticos en torno a la madera, donde se componían aliceres, vigas, canes o tirantes propios de una especie de puzle que posteriormente se decoraba con pinturas. En algunos casos, dichas muestras artísticas se han podido recuperar y lucen en todo su esplendor. En la mayoría, la madera —un material utilizado desde la Prehistoria que no deja apenas rastro al descomponerse con el paso del tiempo— se fue sustituyendo por otras estructuras o materiales nuevos.

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Nave central de San Vicente, junto a una de las pinturas «sepultadas» y al gráfico de la nueva estructura instalada antes de colocar los techos barrocos.

Con la llegada de la época barroca, nuevas bóvedas de ladrillo rematadas en escayola sustituyeron la madera y, al tiempo, rebajaron la altura interior del edificio, sepultando verdaderas obras de arte. El ejemplo paradigmático de esta realidad se encuentra en la iglesia zamorana de San Vicente, donde la pintura de un enorme Pantocrátor está «descabezada», ya que el rostro de Cristo se encuentra oculto bajo la nueva techumbre barroca.

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Ataviques en las vigas ocultas de la iglesia de San Frontis (Zamora). Foto Z. R. 

En otros templos de la ciudad, como Santa María la Nueva, fueron hallados los restos casi descompuestos de la antigua techumbre medieval, con pinturas de estilo mudéjar. La investigación llevada a cabo por Zamora Románica no solo se limitó a estudiar la documentación existente y observar desde el interior de las naves la situación. Los técnicos, provistos de monos de trabajo, se «arrastraron» bajo la verdadera cubierta para poder observar qué había ahí dentro. Y lo que hallaron fueron restos de pinturas de una rica policromía, o incluso motivos heráldicos, como en el caso de San Frontis, en la margen izquierda de la ciudad.

La paradoja reside en que los constantes cambios a lo largo de los siglos en los templos románicos fueron «aniquilando» algunas obras de arte, como las propias pinturas, o el mobiliario, en respuesta al cambio de modas o a la venta de objetos muebles. En este caso, aunque con un visible deterioro, los falsos techos lograron traer hasta el presente algunas muestras de arte de los siglos XIII, XIV o XV.

Más información aquí.

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