
El edificio visigótico pudo ser trasladado junto a la Catedral de Zamora, pero el alcalde del pueblo reclamó el derecho de los feligreses a seguir utilizando la iglesia tras la inundación del valle en 1930 para construir un embalse
Son muchos los que conocen la historia del traslado de San Pedro de la Nave, el más valioso ejemplo de arte visigótico del país. Sin embargo, pocos saben que el templo estuvo a punto de ser trasladado a la capital, a Zamora. E incluso se estudiaron varios emplazamientos definitivos: el parque del Castillo, la Catedral o una céntrica avenida. El alcalde de la localidad frenó los planes al reclamar el derecho de los feligreses a seguir asistiendo a misa al pequeño edificio, alegando que si eran ellos los que sufrían la mudanza, ellos debían seguir siendo los «dueños» de la capilla.

San Pedro de la Nave fue además un «modelo» en el traslado y restauración patrimonial. El arquitecto de zona, Alejandro Ferrant, junto al historiador Manuel Gómez-Moreno, el primero que situó el origen prerrománico de la iglesia, idearon una mudanza que no dañara la impronta del templo y, al tiempo, recuperara su estructura presumiblemente original. Por eso, la imagen actual —la original— se parece poco a la que lucía antes del traslado de 1930 para la construcción del embalse.

Entonces se aplicaron criterios de vanguardia, como la numeración de cada una de las piedras y la colocación de elementos que diferenciaran «lo nuevo de lo original», como el color de los sillares añadidos. El templo había sido declarado monumento nacional en 1912 y fue este hecho el que pesó en el mimo que los operarios pusieron en el cambio de ubicación. La prensa de la época no dudó en reflejar todos los avatares de una operación modélica que sentó precedente. ♦
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