La aventura viajera de Cerezo de Río Tirón (Burgos)

[Cerezo de Río Tirón, iglesia de Nuestra Señora de la Llana,
Portada románica de Nuestra Señora de la Llana, en Cerezo de Río Tirón, antes del traslado a Burgos. Foto Estasio Villanueva Gutiérrez (IPCE)

Las piedras de la portada de la iglesia de La Llana fueron recuperadas en un almacén de Vitoria, embaladas y numeradas, cuando estaban a punto de viajar a Valencia y poner rumbo a Estados Unidos

El negocio de las antigüedades en la España del primer tercio del siglo pasado tiene protagonistas, prácticas y desenlaces que se repiten. El caso de la “aventura viajera” de la portada románica de Cerezo de Río Tirón reúne todos esos ingredientes, y suma un final (feliz) de película. El arco, obra maestra del románico burgalés, apunta directamente a la figura de una familia de anticuarios de las más prestigiosas de la España de hace un siglo: los Ruiz. Los restos de la iglesia de Nuestra Señora de la Llana fueron uno de los escasos fracaso de Pedro, Raimundo y Luis Ruiz.

La época en la que se produjo el fallido negocio de Río Tirón coincidía con abundantes ventas en la diócesis burgalesa. Un representante recorría los bienes eclesiásticos, acompañado de un anticuario cuyo nombre era desconocido como la identidad de los marchantes de la época: el anonimato les convenía. Entretanto, algunas fotografías retrataban el estado de ruina en que se encontraba la iglesia de Nuestra Señora de la Llana, templo del siglo XII que vertebraba el pueblo de Cerezo (a poco más de 50 kilómetros de la capital) desde lo alto del cerro y que fue clausurado a finales del XVIII. Imágenes valiosas, como las del medievalista americano Arthur Kingsley Porter o las de Vicente Moreno, que revelan la valía de los últimos despojos: la portada, dos capiteles del arco triunfal, varias columnas y el relieve de la Adoración de los Magos, único elemento que corrió distinta suerte que el resto de piedras.

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Portada de Cerezo en el parque de la Isla, Burgos, antes de su traslado al Monasterio de San Juan, a dos kilómetros de la zona verde. Código Románico

Cuando los restos de Nuestra Señora de la Llana estaban a punto de salir de Burgos, la Academia de Bellas Artes llamó la atención sobre las excursiones del secretario de la diócesis de Burgos junto al mencionado (y anónimo hasta la fecha) comerciante. El hecho de que la última fotografía realizada al conjunto fuera obra de Vicente Moreno, nos pone ya en la pista de que los Ruiz estaban detrás de la operación.

El caso es que el traslado de los restos, sobre la base de su franco deterioro, fue finalmente aprobado por el Ayuntamiento y en 1929 no quedó ni rastro de los últimos elementos de valor de la iglesia. Pero la pregunta capital era dónde habían ido a parar. La Comisión de Patrimonio comienza la persecución de los materiales, supuestamente alojados en el claustro de la Catedral de Burgos… pero allí no estaban. Cuando el órgano detecta los restos, embalados en cajas de máquinas de coser Singer, en la Casa de los Niños del Coro, a unos metros del templo mayor, se plantea pedir su incautación. Entretanto… se pierde la pista de la “mercancía”.

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Adoración de los Reyes Magos, relieve de Cerezo, hoy en The Cloisters. Foto The Cloisters

No será hasta el 31 de agosto de 1931 –dos años después- cuando aparezcan de nuevo cien cajas con restos de una portada, embalados y numerados, listos para viajar al puerto de Valencia, con Nueva York como siguiente destino. Y es que Pedro Ruiz había sido pionero en la celebración de subastas de arte –mobiliario, artesonado, tapices, esculturas, lámparas…- en casas de Manhattan, a tal punto que el apellido Ruiz se había hecho con un prestigioso eco y la prensa neoyorquina recogía a menudo las importantes operaciones efectuadas.

Incluso el diario ABC publicaría una fotografía sobre la localización de un importante cargamento de piedras románicas, incautadas por el propio gobernador civil de Burgos en los almacenes de Pedro Ruiz en Vitoria. Estaba todo… salvo alguna cosa. Raimundo, su hijo, había logrado colocar el relieve de la Adoración en la Brummer Gallery, una de las casas de arte americanas de mayor prestigio. Joseph Brummer vendería las cuatro piezas del relieve al Museo de los Claustros de Nueva York, que las expone desde 1930 en el ábside segoviano de Fuentidueña.

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Fotografía en ABC sobre el hallazgo de las piezas de Cerezo. ABC

Parece que las penalidades habían terminado para la portada de Cerezo de Río Tirón, pero no fue así. Miembros del Ayuntamiento y de la Academia de Bellas Artes visitan emplazamientos en la ciudad de Burgos para el traslado y reconstrucción de los sillares y designan el parque de la Isla. En la década de los treinta, el arco se vino abajo por falta de cimentación y tuvo que se reconstruido en 1945. En los noventa, el Ayuntamiento de Cerezo de Río Tirón pidió el regreso de su hijo emigrado, pero el próximo movimiento se producirá mucho más recientemente.

Debido a la adversidad de las condiciones de conservación –entre la humedad de un parque donde se producen actos vandálicos e  incluso los niños utilizan el arco como portería de fútbol- la portada se traslada finalmente al Monasterio de San Juan, a unos dos kilómetros de los jardines, donde hoy se puede visitar. No ha de pasar desapercibido que Raimundo Ruiz no dejó de reclamar la propiedad de Cerezo de Río Tirón, monumento que hoy podría lucir en los salones de The Cloisters de no haber actuado a tiempo las autoridades.

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Portada de Cerezo, antes de su traslado. Foto Vicente Moreno (Fototeca IPCE).

 

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