
Un anticuario de Zamora adquirió la ruinosa iglesia hace un siglo para vender la escultura al Metropolitan, donde está considerada como una obra maestra del románico del siglo XII
La historia del León de San Leonardo es una de las más llamativas del románico zamorano. El desafortunado uso del templo, en los Barrios Bajos de la ciudad, como carbonería décadas atrás ha enmascarado los hechos acaecidos a principios del siglo XX, que se resumen en unos pocos datos: un templo en ruina que acaba en manos privadas, una escultura maestra en el Museo de los Claustros de Nueva York y un conjunto de relieves hoy desaparecidos… quizá para siempre.
A principios de siglo, Fernando Martínez, un anticuario de Medina de Rioseco se estableció en Zamora. Sus visitas a la Catedral de Zamora fueron frecuentes, al objeto de interesarse por “objetos viejos”, “sin utilidad”, por los que ofreció interesantes sumas de dinero. Pero el gran negocio del comerciante estaba en una iglesia ruinosa, situada en los Barrios Bajos de la ciudad, antigua judería. El templo había venido a menos y su torre aparecía ya a principios de siglo desmochada.

Fernando Martínez ofreció distintas sumas por los relieves que daban la bienvenida al visitante: un León, una Leona, una Virgen románica en una hornacina y, ya en el interior, una mesa de altar. Sus repetidas ofertas no obtuvieron una respuesta afirmativa. Así que Martínez lanzó el órdago final: compraría la iglesia entera por 6.000 pesetas. La oferta fue tan convincente, que el obispo pidió permiso a la Nunciatura Apostólica en Madrid y obtuvo el salvo conducto prácticamente a vuelta de correo, la semana siguiente, solo con una condición.
“Otorgamos las necesarias y oportunas facultades al mismo Obispado para que “servatis servandis” y una vez cumplidas las disposiciones vigentes (…) puede proceder a la enajenación del solar y materiales del templo titulado de San Leonardo en la capital de su diócesis”.
Aquello tuvo lugar en febrero de 1913. Pero Fernando Martínez no vivió lo suficiente para completar la operación. Había adelantado 3.500 pesetas y otro zamorano se hizo cargo más delante de la cuantía restante para liberar a la familia Martínez de la deuda.
Eso sí, en 1917, The New York Times hablaba de la reciente compra que había realizado el Metropolitan: una “masterpiece”, una obra maestra románica procedente de Zamora. El Archaeological News publicaba ese mismo año una interesante reseña:
“Si de verdad pertenece al siglo XII, al que ha sido asignado, se trata de una iconografía excepcional, no solo por el motivo de San Leonardo, sino por la representación de la coronación de la Virgen”. En efecto, el León llegó a Nueva York con toda su iconografía al completo. El León de la Tribu de Judá (la representación de Jesús) se muestra poderoso, bajo un dosel de piedra, aplastando la serpiente, el pecado, el mal. Bajo su cuerpo, las escenas de la Anunciación a María y la Coronación de la Virgen. Y por supuesto, la representación del santo francés, San Leonardo, patrón de los presos, liberando a dos reos de sus grilletes.

Esto es lo que sabemos, pero hay mucho misterio en torno a las figuras que Manuel Gómez-Moreno describió en su catálogo monumental tras las visitas a Zamora de 1903 y 1904. Recientemente, dos investigadores encontraron en la Academia de Bellas Artes de Madrid una colección de dibujos del pintor del siglo XIX, José María Avrial y Flores. En su estancia en la Zamora de 1850 dibujó San Leonardo: es la primera vez que se ha podido ver esbozada la Leona, pero no el León, que había sido protegido en una capilla adosada a la entrada. ¿Dónde están el resto de figuras? ¿Es la mesa de altar perdida una de las que figuran también en The Cloisters sin datos de procedencia? ¿Alguien sabe dónde está la Leona?