San Pedro de Roda: esplendor, ruina y recuperación

El monasterio situado en el cabo de Creus (Gerona) sobrevive a las guerras, el saqueo, el expolio y el paso del tiempo, y muestra sus secretos un milenio después de la consagración de su iglesia (1022-2022)

Monasterio de San Pedro de Roda-Sant Pere de Rodes, Girona. C. R.

El monasterio benedictino de San Pedro de Roda (en catalán, Sant Pere de Rodes) es uno de los edificios románicos más singulares de la península. Encuadrado en el primer románico, el más antiguo, presenta soluciones arquitectónicas únicas, que lo sitúan entre los testimonios cumbre de este arte en nuestro país. Y eso que San Pedro de Roda (El Puerto de la Selva, Girona) ha tenido una vida accidentada después de su esplendor. Hoy, casi es un milagro que podamos disfrutar de una visita por sus ruinas, espléndidamente consolidadas y conservadas en las últimas décadas. En 2022 se cumple un milenio de vida después de la consagración de su iglesia (1022), espacio cumbre de un monasterio que ha vivido etapas antagónicas: progreso, declive, ruina y recuperación.

Las primeras noticias del monasterio datan del siglo IX, cuando un grupo de monjes vivían en el emplazamiento del actual edificio, que alcanzaría su independencia a finales del primer milenio. San Pedro de Roda afrontó su época de mayor éxito entre los siglos XI y XII —cuando se construyó el conjunto románico— y el XIV, cuando su presente se vio lastrado por un periodo de guerras, pestes y malas cosechas. De esta primera etapa procede el corazón románico de las instalaciones, aquellas estancias que se encuentran entre la torre defensiva y el espectacular campanario, que ofrecen una impronta única al visitante que se acerca a una zona de privilegio, emplazada en el cabo de Creus, desde un promontorio que mira al mar, coronado por el castillo de San Salvador de Verdera, a casi 700 metros sobre el nivel del mar.

Detalle del conjunto de Rodes, con la torre campanario. C. R.

El llamado segundo anillo del monasterio está formado por dependencias construidas en época moderna, entre los siglos XVII y XVIII. En esta época, el entorno cambia su apariencia. La eclosión del cultivo del vino hizo que se talaran árboles y se plantaran viñas. La vida económica de la zona cambió, también las necesidades y la configuración del templo, que añadió estancias como una bodega. Un insecto llegado de América, la filoxera, se encargó en el siglo XIX de borrar todo rastro de aquellas viñas que habían producido vino —y más tarde aguardiente— que se exportaba ya desde el exterior. 

El monasterio esconde multitud de singularidades, entre ellas, la de su construcción. Al estar situado en una zona de orografía complicada, cada vez que los monjes optaron por ampliar las estancias, tuvieron que elegir entre dos alternativas: excavar la roca madre (presente en varios puntos) o formar terrazas sobre las que asentar las nuevas construcciones. Así, San Pedro de Roda está asentado sobre tres niveles diferentes.

Reproducción de las dos piezas de la antigua portada, hoy en el Museo Marès de Barcelona. C. R.

La iglesia es, sin duda, la joya de Roda. A ella se accede mediante un atrio o nártex desde el que podríamos observar su portada original románica, protagonizada por un friso de mármol tallado por el maestro de Cabestany. Es la obra cumbre de este escultor o taller de artesanos, cuyas piezas fueron expoliadas a partir del siglo XVIII. De hecho, hoy solo quedan dos testimonios, que son dos copias de las esculturas que se conservan en el Museo Marès de Barcelona: un Agnus Dei y la aparición de Jesús a sus discípulos en el mar.

En cuanto a la iglesia, es única en su género. Destaca la solución constructiva: una nave de altura insólita para la época (16 metros), con una bóveda de medio cañón en piedra que se apoya en grandes arcos y pilares, una estructura que imita el tipo de construcción del Imperio romano. Sus capiteles, de estilo clásico, son una de las obras cumbres del románico. Asimismo, el templo está condicionado por la característica de San Pedro de Roda de lugar de peregrinación. Tanto es así que algunos peregrinos iniciaban el camino a Santiago desde esta zona, extremo oriental de la ciudad del Apóstol. Para ello, se habilitó un deambulatorio, un pasillo que permitía a los peregrinos acceder al templo sin molestar las oraciones de los monjes, que utilizaban la nave central y el ábside a tal efecto. 

Claustro superior de Sant Pere de Rodes, desde la cubierta. C. R.

El visitante también podrá visitar los dos claustros del conjunto. El primero data del siglo XI y solo llegó a utilizarse durante cien años. Cuando las necesidades de los monjes crecieron, se enterró esta galería y se construyó otra en el nivel superior, más acorde con el tamaño del conjunto. Este hecho ha llevado a reconstruir algunos capiteles (en un material diferente, para remitir al original) y también conservar algunas pinturas murales. 

El abandono y el expolio

A finales del siglo XVIII, los monjes abandonaron el monasterio ante los peligros que encerraba la zona. El edificio quedó expuesto y sufrió un enorme deterioro, que se agravó con el expolio. Los franceses se llevaron, entre otras cosas, numerosos volúmenes de su biblioteca. Entre ellos, el más conocido: la famosa Biblia de Roda, que fue escrita en Ripoll (también en Gerona) y parcialmente ilustrada en Roda. La biblia nunca regresó y hoy forma parte de los fondos de la Biblioteca Nacional de París. A partir del siglo XIX el expolio se ensañó con las instalaciones, haciendo desaparecer distintos elementos, algunos de los más valiosos del conjunto.

Vista interior de la torre principal de Sant Pere de Rodes. C. R.

Sin embargo, el siglo XX fue el de la recuperación, a través de las leyes de protección de este monumento nacional. Las estancias no han dejado de consolidarse hasta mostrar un espléndido estado actual, que muestra la belleza y pujanza de las ruinas en estado puro. En 1989, la titularidad pasó a manos de la Generalitat de Cataluña, que invirtió cuantiosos fondos en la recuperación de lo que hoy es San Pedro de Roda, un espacio arqueológico que nos ayuda a entender la vida monástica en un enclave único. 

Visita la web del monasterio de Sant Pere de Rodes.

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