
Iglesias y catedrales se convierten en protagonistas junto a las procesiones y las imágenes que dejan los templos para vivir en Castilla y León uno de los actos de devoción, tradición y celebración popular más importantes del mundo
¿Qué ocurre cuando unimos las mejores tallas sagradas con los templos sagrados más emblemáticos? Eso es lo que procura la Semana Santa en muchas de las ciudades y pueblos de Castilla y León, donde el románico y el gótico devuelven a las cofradías y a los espectadores a épocas muy lejanas. Así ocurre en Zamora, Valladolid, León, Salamanca, Medina de Rioseco… El patrimonio y la arquitectura medievales se convierten en una simbiosis perfecta. Esta es una de las claves de la política turística de Castilla y León, que ofrece un abanico de valores muy cercanos entre sí para seducir a los aficionados de todo el mundo y fomentar el llamado turismo religioso, uno de los argumentos que más visitas da a la comunidad.

En Zamora, ciudad con la mayor concentración urbana de iglesias románicas del mundo, los templos de San Vicente, San Juan, Espíritu Santo, San Claudio de Olivares, San Frontis y la misma Catedral se convierten en protagonistas, tanto como las imágenes que discurren por las calles junto a los hermanos de las cofradías, en un acto de exaltación de la tradición religiosa y popular. Como para perdérselo.
Salamanca, ciudad patrimonio de la humanidad, ha impulsado en los últimos años su Pasión, que quizá cuenta con el mejor escenario de la comunidad. Las iglesias románicas de la ciudad, el trazado histórico y las dos Catedrales suponen un universo perfecto para sacar a la calle las imágenes que se veneran durante todo el año.

Lo mismo ocurre con León, cuya Catedral gótica figura entre las punteras de país gracias a sus inigualables vidrieras. La seo se convierte en escenario de varias de las procesiones en la ciudad que acoge uno de los templos más emblemáticos del país, por arte y por Historia, la Colegiata de San Isidoro.

Y si la Semana Santa de Castilla y León se basa en las procesiones de las ciudades —con Valladolid como uno de los mejores ejemplos del país en imaginería y escultura— la comunidad destaca igualmente por la Pasión en los pueblos. En los últimos años ha emergido el nombre de localidades como Medina de Rioseco o Medina del Campo, que se unen a una de las celebraciones más emblemáticas del país, la del pequeño pueblo zamorano de Bercianos de Aliste. En definitiva, cuando llega la Semana Santa a Castilla y León, el patrimonio se convierte en protagonista junto a las procesiones en un acto de devoción y tradición que atrae a cientos de miles de turistas todos los años. ♦