En la primera mitad del siglo XX, coleccionistas de diferentes nacionalidades se hicieron con pinturas murales, relicarios o incluso claustros románicos
Abraham Rivera
A principios del siglo XX, muchas reliquias y construcciones españolas abandonaron el país para dirigirse a otro lugar. En 1926, cruzaron el Atlántico 35.784 bloques de piedra pertenecientes al monasterio de Santa Maria la Real, emplazado originalmente en Sacramenia (Segovia).
Arthur Byne, el ojeador artístico de William Randolph Hearst en España, fue quien se hizo con el claustro, la sala capitular y el refectorio del conjunto, fundado por Alfonso VII en el año 1141. Pagó por todo ello la módica cifra de 40.000 dólares. El cenobio, junto a elementos de otros templos, terminó ubicándose en Florida. Fragmentos de historia vendidos al mejor postor.